No sabemos lo que queremos, eso dicen los expertos, nuestro cerebro trabaja incansablemente y casi del todo a nivel subconsciente.
Hay muchos estudios al respecto, podemos destacar el del Dr. Pradeep, especialista en neuromarketing, que lleva su vida dedicada al estudio de la mente y es de los primeros que afirmaron que nuestras decisiones las tomamos a nivel subconsciente a un 95%, otros opinan al 85%, lo que si está claro que en realidad no sabemos lo que queremos y lo que consumimos, el producto final que compramos, lo hacemos por un impulso.
Aquí podemos definir el Neuromarketing, que trata de aplicar la neurociencia en el campo del marketing para estudiar los procesos cerebrales de los consumidores/usuarios o posibles consumidores.
Es el lado derecho del cerebro, el lado irracional, donde se generan los impulsos que hacen que finalmente tomemos esa decisión subconsciente.
Hay técnicas para persuadir la mente del consumidor y que escoja tu producto, una iluminación adecuada que nos estimula, un olor concreto, por ejemplo en USA se utiliza desde hace años la técnica del marketing olfativo para el mercado inmobiliario, la música, utilizar las tres palabras mágicas que tanto llaman la atención: nuevo, oferta, gratis…
Las marcas, los establecimiento y los creadores de productos, llevan años “ganándose nuestros cerebros “ para que los compremos, para que los elijamos, pero, a día de hoy, la competencia es tan inmensa que nos perdemos en miles de informaciones, nos “infotoxicamos” y además queremos poder ser dueños de nuestras decisiones, aunque sean impulsivas e inconscientes.
Aquí es donde pasamos de la era del Neuromarketing y entra en juego el Marketing emocional, donde vamos un paso más allá y trabajamos para reconocer esos impulsos generados por sentimientos que nacen de nuestras emociones.
Las emociones no aparecen por casualidad, sino que emergen de nuestro interior con un fin. Están conectadas con nuestras necesidades esenciales, son una expresión de lo que realmente somos. Cuando las emociones hablan, todo nuestro ser habla.
Nuestras emociones son parte de nuestra inteligencia, basada en la creatividad, la espontaneidad y la intuición. Es la voz que nos impulsa a avanzar o a detenernos, a recordar u olvidar, a persistir o a rendirnos. Son ellas las que han de guiarnos por esos caminos.
En la medida en que nos acostumbremos a conectar con nuestras emociones, podremos conectar con nuestro ser más profundo, más instintivo, más auténtico. Por ello, ser conscientes de ellas es esencial para el autoconocimiento y el crecimiento personal.
Desde que el hombre existe nos hemos movido por ellas, la palabra emoción viene del verbo latín “emovere” que es ir hasta.
Ya en el siglo IV a.C. Aristóteles trató de identificar el número exacto de las emociones básicas, él calificó las 14 emociones irreductibles, que identificó como el miedo, la confianza, la ira, la amistad, la calma, la enemistad, la vergüenza, la desvergüenza, la compasión, la bondad, la envidia, la ira, la emulación y el desprecio.
Cada situación a la que nos enfrentamos a diario nos produce una emoción, así que en el marketing emocional buscamos directamente enamorar a nuestros futuros clientes.
Se trata de creer en nuestra marca. De darnos valor . De humanizarla. De ser sinceros y trasparentes .
¿Cómo lo hacemos?
Conectando, creando ese vínculo marca-consumidor, nos identificamos con el usuario y no buscamos una conversión a corto plazo, sino una relación duradera y estable.
¿Qué siento en este momento?
Saber responder a esta pregunta es la clave para poder leer en nuestra brújula emocional. Y es que todas las emociones tienen un potencial adaptativo innato: nos permiten conectar con nuestros verdaderos deseos y necesidades, los que cada uno guardamos en nuestro interior.
Primero nos nace una emoción, dura sólo unos segundos o minutos, y de ella se crea un sentimiento.
Aquí expongo las fases del marketing emocional, partiendo de la base de que si no emocionas no vendes:
El Marketing Emocional tiene como objetivo acceder al consumidor de una manera mucho más sensorial para captar su atención y emoción.
Entre las estrategias que podemos aplicar destacaría:
Lo importante en este punto es que las marcas creen historias reales con las que nos sintamos identificados. Contar historias para crear historias.
Nuestras decisiones cuando interactuamos con la marca, por el canal que sea, están ligadas estrechamente a cómo nos sentimos durante la interacción.
La marca que ha logrado generar un gran nivel de confianza y compromiso en sus clientes y los ha enamorado creando una fidelidad al 100%.
Crear experiencias memorables en los usuarios.
El marketing emocional no sería nada sin el marketing de contenidos, el arte de entender exactamente qué necesitan saber los usuarios para entregárselo de forma pertinente y convincente.
Nos convertimos en “prosumers”, embajadores de las marcas que usamos. Hablamos incansablemente en las redes sociales de lo que más nos ha gustado, o de lo que más nos ha indignado.
Muy importante el equipo humano que trabaja con nosotros, que también se identifique con los valores de la marca.
De la mano del Marketing emocional también va el Marketing con Causa, una marca se afilia con una causa y una parte de los ingresos de las ventas de la marca se dona a la causa
Podemos concluir como dijo Eric Kendel:
El consumidor olvidará lo que dijiste,
pero jamás olvidará lo que le has hecho sentir.
Sigue aprendiendo sobre el tema en mi lección gratuita “Marketing Emocional“ ya disponible en la plataforma de Hotel Marketing School.
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